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Aprender a curar-se no difiere mucho del aprender a enfermar-se, ya que se trata de mecanismos independientes del contenido, ya que lo que aprendemos camina de cierto modo aislado de cómo lo aprendemos (cómo hacemos propia una “realidad” hasta ese momento ajena a nosotros o al menos a nuestra esfera de conciencia más externa…) de modo que en realidad tenemos que estar muy atentos a cuándo desplegar nuestros mecanismos de aprendizaje y cuando en realidad, por el contrario, los mecanismos de “desaprendizaje”.

Gran parte de la culpa de cómo encaramos los procesos de aprendizaje en relación a la salud, la tenemos los médicos y otros miembros del equipo de  salud que enseñamos a nuestros “pacientes” no cómo preservar su salud o mejorar sus estilos de vida sino que “deberán sentir” según la enfermedad que los aprisiona…les enseñamos los síntomas que habrán de tener, como será la evolución (en general no damos buenas noticias) y aún a veces, cómo será el “desenlace”, en una suerte de Dioses que avizoran el “final del camino del otro” a la vez que ni siquiera somos capaces de hablar de nuestra propia muerte.

Y es que dejamos para el discurso aquellas palabras de nuestro amado Hipócrates cuando afirmara “no hay enfermedades sino enfermos”, y esta es la  verdad absoluta que hace a algunos desfallecer frente a una gripe y a otros resucitar frente  a enfermedades “incurables”.

Y es que se hace imperioso recuperar el PODER, el Poder de la palabra, el poder de sanación (tanto del enfermo como del curador), el poder de la vida y de la muerte, el mensaje silencioso escrito en cada una de las experiencias que nos toca vivir, disfrutar y sufrir.

Recuperar el PODER también nos conducirá a no desfallecer frente a la palabra marginadora del “doctor” u otros profesionales que nos acerca a la muerte o la enfermedad a través de una actitud sectaria, marginal  o despiadada, ni caeremos en el influjo engañador de inescrupulosos que prometen nuestra sanación merced de su intervención …simplemente no caeremos en las redes de nadie, seremos  autoconcientes de nuestros procesos y ello nos permitirá NUESTRAS PROPIAS ELECCIONES Y DECISIONES, ante todo, SEREMOS DUEÑOS DE NUESTRA VOLUNTAD…esta sola actitud ya nos confirma en una fortaleza mayor y una posibilidad más amplia de mantenernos en la salud , pues ella comienza en realidad en una conciencia más expansiva, abarcante, flexible y amorosamente incluyente.