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La afinidad entre fármacos y receptores, puede ser acaso analizada desde lo biológico y desde lo químico, así podríamos aventurarnos a preguntar ¿la afinidad biológica podría asegurar un rango superior de rendimiento en la relación terapéutica establecida entre sustancias molecularmente compatibles que generan efectos y desencadenan cascadas paliativas de lo sintomático o de la noxa real de enfermedad? …

¿Pueden los fármacos provenientes de la naturaleza ser conceptuados como moléculas biológicamente activas con un nivel de afinidad por los receptores involucrados en dichas cascadas terapéuticas como superiores en su acción  en relación a las moléculas de índole químico fabricadas en laboratorios con un sinfín de manipulaciones? …¿Puede acaso el fármaco con afinidad biológica tener un aspecto que involucre y trascienda al fármaco químico? …¿Puede la afinidad biológica aspirar más que a la remisión de los síntomas, a la resolución de las enfermedades? …¿Explicaría esto el efecto marcadamente  eficaz de las “Flores de Bach” por dar un ejemplo de una actividad que poco podría explicarse a través de la ciencia actual en términos de curación o trascendencia de los síntomas…¿cómo afectaría lo evolutivo el contar con un “diálogo interior” entre las moléculas de la “Tierra Madre” (hierbas, minerales, flores, etc.) y los receptores de la materia enferma que se tiende en el lecho de la naturaleza para ser restaurada? …

¿Existe un lenguaje en la naturaleza que logre decodificarse en ciertas condiciones? …¿Existe esa posibilidad al incorporar en nuestro cuerpo una sustancia biológicamente afín? …¿se incrementa este diálogo y por lo tanto sus insospechadas consecuencias cuando la incorporación de ese “fármaco biológico” va seguido de un “Ritual” de incorporación, adonde la intención supera el simple acto egoísta de “tomar para salvarme” sino que se convierte en una especie de maridaje entre dos llamados a reunirse para modificarse mutuamente, proveyéndose mutuamente el más alto exponente alcanzado en materia de conciencia y por ello, generar curación no unilateral (de quien ha “devorado” al otro y tomado su “esencia vital”) sino de dos llamados al encuentro inevitable que hace una unión trascendente, involucrando el aspecto salud como uno más dentro de esta rica unión…

Acaso el valor de la relación terapéutica debiera centrarse en la Trascendencia y esta condición mayor lograda ser a la vez el gran árbol que incluye en una de sus ramas a la Curación, en el sentido profundo de Curación de la Conciencia…

¿Se forjará acaso una Conciencia mayor cuando con este sentido trascendente se unen “fármaco – Receptor?” …

Y aún cuando no sean principios biológicos los involucrados, ¿podrá lograrse, de todos modos este efecto trascendente y curador, aún cuando incorporemos medicamentos sólo químicamente afines? …¿También las sustancias químicas pueden beneficiarse de nuestra vida al son que nos beneficiamos de las interacciones con nuestros ávidos receptores de curación? …

Sabrá disculpar el lector, los enunciados incesantemente propuestos como un interrogante…pero el empezar a preguntarnos “más allá de lo evidente” logrará penetrar en aquello “más allá de lo conocido”…y esto es lo que verdaderamente nos hará avanzar en el camino de lo trascendente, lo nuevo, lo esencial…